Temporada de Pan de Muerto ¿Conoces su historia?


Hay diversas versiones sobre el origen del pan de muerto, una de ellas se remonta a la época de la Conquista y dice que, cuando los españoles observaron que en algunos rituales se sacrificaba a una doncella y su corazón era sumergido en olla con amaranto para después ser mordido a modo de ofrenda, lo encontraron tan violento que se dieron a la tarea de buscar una manera de sustituir el ritual.

El pan de muerto que crearon fue hecho con harina de trigo en forma de corazón y cubierto de azúcar roja, para representar el corazón de la doncella.

Actualmente en México existen una gran cantidad de maneras de preparar este manjar, por ejemplo, en Puebla se le agrega ajonjolí, en CDMX se acostumbra verlos cubiertos de azúcar o rellenos de chocolate; y en Oaxaca encontrarás un pan de yema decorado con alfeñique.

Su forma circular hace referencia al ciclo de la vida y de la muerte por el que cada ser humano pasa, al centro del pan la “bolita” simboliza el cráneo del difunto, las tiras en cruz representan los huesos con los que estamos formados y también hacen referencia a las lágrimas de los difuntos. 

En algunas regiones del país al pan de muerto se le agrega esencia de azahar, para simbolizar el recuerdo de los difuntos.

¿Por qué se celebra a la muerte en México?

Aunque para muchos esta idea puede sonar tétrica simplemente de solo pensarlo, lo cierto es que en este país tiene una energía que se carga de distintos colores.

De acuerdo al Diccionario de Símbolos de Jean Chevalier, ‘La muerte tiene en efecto, varias significaciones. Liberadora de las penas y las preocupaciones, no es un fin en sí misma; abre el acceso al reino del espíritu, a la vida verdadera: mors janua vitae (la muerte puerta de la vida).

En sentido esotérico, simboliza el cambio profundo que sufre el hombre por efecto de la iniciación. El profano debe morir para renacer a la vida superior que confiere la iniciación. Si no muere en su estado de imperfección, se le veda todo progreso iniciático’.

La vida y la muerte vistas desde un punto cosmogónico son ciclos que marcan fines e inicios, por lo que no es de extrañar que en el caso de México este sea visto como una fiesta, pues no es un adiós, sino un ‘hasta luego’.

Es por eso que con gran devoción, poco antes de que acabe octubre, un gran número de hogares en México separan una mesa o un mueble pequeño para poner fotos de aquellos que han traspasado el umbral de la muerte, y mostrándoles que tanto en sus hogares como en sus corazones continúan siendo recordados- algo que se extiende a los primeros días de noviembre-.



Ponen el tradicional pan de muerto, dulces, frutas, calaveritas de azúcar, agua -pues se sospecha que ha recorrido un largo camino-, flores -cempasúchil y otras en tonos púrpura conocida como moco de pavo o manta de candela-.

De ser posible, agregan lo que más le gustaba a la persona en vida y claro, velas para alumbrar el camino; también están los toques finales: el ‘papel china’ que normalmente oscila entre los naranjas, morados y negros.

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