Izan bandera a media asta por 50 aniversario del 2 de octubre: "No se olvida"


CIUDAD DE MÉXICO, México.- El presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, Martí Batres Guadarrama, encabezó la ceremonia de izamiento de la Bandera Nacional a media asta, para conmemorar el 50 aniversario del 2 de octubre de 1968.

Acompañado por una veintena de legisladores, así como del exlíder estudiantil del 68 Pablo Gómez Álvarez, se realizó la ceremonia en la plancha del Zócalo de la Ciudad de México.

Batres Guadarrama destacó la importancia de rendir un homenaje para recordar a los estudiantes y profesores que participaron en ese movimiento social hace cinco décadas.

El Senado de la República solicitó la semana pasada al gobierno de la Ciudad de México la construcción de un monumento en honor a los estudiantes que participaron en el movimiento de 1968, en una de las dos glorietas que se ubican sobre Paseo de la Reforma.

La conversación de dos horas antes de la matanza


 El 2 de octubre de 1968 inició en calma. Al menos así lo refleja la información publicada ese día en Excélsior y en las ediciones de Últimas Noticias Primera Edición y La Extra. Hoy hace 50 años, la actividad programada por los estudiantes era la marcha de la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco a Zacatenco, agendada desde el 27 de septiembre de 1968.

Ese mismo 2 de octubre de 1968, en horas del mediodía, el secretario de Gobernación, Luis Echeverría, tuvo audiencia con el Presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz. La información de esta reunión se publicó en la Segunda Edición de Últimas Noticias de Excélsior, conocida como La Extra.

La información apareció en la primera plana de la edición vespertina y todo el texto fue resaltado en letras negras, para darle preponderancia.

La información del encuentro entre Díaz Ordaz y Echeverría ocurrió horas antes de que comenzara el mitin en Tlatelolco y que se diera la matanza ahí en la Plaza de las Tres Culturas.

De este encuentro nada de lo que platicaron Díaz Ordaz y Echeverría se conoció en ese momento, pero tampoco en los años siguientes. En todo caso todo queda para la especulación, a la luz de los hechos que siguieron a partir de las seis de la tarde y 10 minutos.

Al salir del acuerdo, Luis Echeverría uso su retórica para dar por hecho algo que en realidad no estaba sucediendo. La nota periodística de hoy hace 50 años dice: “El secretario de Gobernación, licenciado Luis Echeverría, al salir esta tarde del despacho presidencial, dijo que estimaba que el diálogo con los inconformes del Politécnico y la Universidad se entabló desde el pasado informe del Presidente, y que no solamente había respondido a los 6 puntos de los descontentos, sino que abordó temas de mucha importancia desde el más alto tribunal del país”.

La declaración de Echeverría, tratando de dar por hecho algo que no era estrictamente un diálogo, sino simplemente un procedimiento legal-legislativo y que tenía que ver con el tema del artículo 145 y 145 bis del Código Penal Federal, que era uno de los seis puntos del pliego petitorio de los estudiantes.

El entonces secretario de Gobernación también se refirió, dice la información de La Extra de Excélsior, a unas declaraciones de Edgar Hoover, director del FBI, en el sentido de que en los países de Iberoamérica habría conjuras comunistas. Echeverría dijo entonces que consideraba que eso nada tenía que ver con México, porque Hoover desconoce la situación de nuestro país.

Agregó el funcionario, quien dos años más tarde sustituyó a Díaz Ordaz como Presidente de México, que toda declaración sin análisis procedente del extranjero, resulta simplista.

Sin ningún contexto ni mayor alusión a la siguiente declaración, Luis Echeverría Álvarez, dijo el 2 de octubre de 1968 en la información periodística: que lo que aparentemente se ha señalado como una tregua, es de hecho, la base para la resolución definitiva del problema estudiantil.

Después del despliegue informativo por la desocupación militar de la Ciudad Universitaria y sus consecuencias, la nota sobre el Movimiento Estudiantil en la primera plana de Excélsior fue: “Funcionarios y maestros laboran ya en la UNAM”.

De acuerdo con esa nota, siete mil quinientos empleados administrativos de la Universidad Nacional Autónoma de México, 300 investigadores y 200 catedráticos de medio tiempo, reanudaron labores ayer (1 de octubre de 1968) en institutos, centros de investigación y oficinas, en tanto que los miembros de comités de lucha de preparatorias, escuelas y facultades, iniciaban reuniones para decidir si regresan o no a clases.

Sobre el retorno a las aulas, se lee en la información publicada hoy hace medio siglo, hubo rechazo total del grupo que dirige el Consejo Nacional de Huelga (CNH). En dos mítines, uno efectuado a las 13 horas y otro a las 17.30 horas en la explanada central de la Ciudad Universitaria, los dirigentes del CNH manifestaron que “volver a clases es matar el Movimiento Estudiantil”. Otra corriente de opinión recogida en escuelas preparatorias y entre algunos grupos del nivel profesional, se inclinó ayer por “continuar la lucha al mismo tiempo que se vuelve a clases”.

Por otra parte, el Comité de Huelga de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica del IPN, manifestó ayer que “tienen la promesa de los dirigentes de los estudiantes universitarios, en el sentido de que éstos no regresarán a clases hasta que salga el Ejército también del Casco de Santo Tomás”. Además, señalaron, no retrocederán un milímetro hasta lograr que se cumplan los puntos de su pliego petitorio; dos mítines fueron organizados por el CNH.

Volvieron a aparecer nuevos letreros en la Facultad de Economía, en Ciencias y en Ciencias Políticas y Sociales. También, fueron fijados en vidrios y paredes carteles con propaganda antigobiernista. Grupos de auditores continuaron el 1 de octubre de 1968 la integración de varios grupos para cuantificar los daños en edificios e instalaciones. Se reanudaron los trabajos en la Dirección General de Publicaciones, y en la imprenta universitaria. Radio Universidad continuó sus programas normales.

La Biblioteca Central de Ciudad Universitaria tuvo de nuevo lectores. Ante el rezago de trámites, se formaron largas filas en las ventanillas para alumnos, en la planta baja de Rectoría. Estudiantes y empleados hicieron largas caminatas para llegar y salir de Ciudad Universitaria, que continuaba sin servicio de transportes. Varios centenares de estudiantes se reunieron a las 13 horas en la explanada central de CU convocados por el CNH. En ese mitin, en el que figuraban grandes banderas rojinegras, se dijo que es el primer acto masivo tras de la retirada del Ejército.

En la información que publicaba Excélsior hace medio siglo apareció la nota de que la Central Campesina Independiente (CCI) apoyaba al Movimiento Estudiantil en su pliego petitorio de seis puntos. Además, la CCI había decidido realizar mítines y manifestaciones en apoyo de las demandas de los estudiantes “y promover la más amplia ayuda económica para los presos políticos y sus familias”. Por último, acordó la CCI, dar mayor impulso a la organización campesina dentro de su organización.

También, hoy hace medio siglo Excélsior publicó la nota titulada “59 detenidos por alborotar, declarados formalmente presos”. La información de la autoría de Campos Díaz y Sánchez, entonces reportero de este diario, señalaba que 59 detenidos por los últimos disturbios en Zacatenco y en el Caco de Santo Tomás fueron declarados formalmente presos en la víspera.



Fueron acusados como presuntos responsables de ocho delitos: homicidio, lesiones, robo, daño en propiedad ajena, contra agentes de la autoridad, secuestro, disparo de arma de fuego, acopio de armas y asociación delictuosa. Ninguno de los detenidos quedó libre ni en condiciones de obtener entonces una fianza.

A las cuatro de la tarde del 1 de octubre de 1968, el juez Horacio Cantú Estrada comenzó a llamar uno por uno a los detenidos para notificarles su resolución, ante las protestas de inocencia de muchos. El juzgado se hallaba invadido por amigos y parientes de los acusados. Muchas mujeres prorrumpieron en llanto al escuchar que el esposo, hijo, hermano o novio quedaba preso.

Entre los más graves cargos formulados a los jóvenes acusados figuraban el homicidio del policía preventivo Javier Bautista Arrieta, entre los hechos en Zacatenco, el 23 de septiembre de 1968; las lesiones a 17 policías preventivos y granaderos y a dos agentes de la Policía Judicial del Distrito y del Servicio Secreto, así como la destrucción de vehículos oficiales y de servicio público.

Justifican el "manotazo"


El gobierno mexicano convirtió la celebración de los Juegos Olímpicos México 68 —entre el 12 y 27 de octubre—, en supuesto objetivo prioritario del Movimiento Estudiantil. No descartó tampoco un atentado contra el presidente Gustavo Díaz Ordaz y hasta un golpe de Estado, orquestado por comunistas.

Con esos elementos, sin ninguna prueba sustancial, es que la administración de Díaz Ordaz y al menos también la de Luis Echeverría justificaron la matanza de la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, que ocurrió la noche de hoy hace 50 años. El saldo de muertos por ese hecho no se conoce en realidad. El gobierno manejó en primera instancia 20, luego 26 muertos, incluido un soldado. Un periodista deportivo del diario británico The Guardian enviado por los Juegos Olímpicos escribió que habían sido 325. Investigaciones de National Security Archive, institución no gubernamental estadunidense contabilizó al menos 44 muertos, diez sin identificar. La Fiscalía especial creada en 2002 registró 37. A partir de lo cual, en México todo cambió.

En estos cincuenta años desde los hechos de Tlatelolco se han hecho análisis de lo que pasó y por qué pasó. Con el recuento del día a día desde el origen histórico del conflicto estudiantil, el 21 de julio de 1968, tomando como base la información publicada en Excélsior, es como ahora se coligen todos estos datos como para enfilar hacia esos tres ejes que habrían propiciado lo ocurrido el 2 de octubre.

Menos de 24 horas después de que el conflicto estudiantil se convirtiera en una bola de fuego, el 27 de julio de 1968, públicamente el general Luis Cueto Ramírez, jefe de la Policía Preventiva del entonces Distrito Federal, acusado por los estudiantes de represor, direccionó hacia los Juegos Olímpicos el interés de los jóvenes.

Sobre los hechos que se originaron desde el 21 de julio, textualmente seis días después, Cueto Ramírez los calificó “como un movimiento subversivo que tiende a crear un ambiente de hostilidad para nuestro gobierno y nuestro país en víspera de los Juegos de la XIX Olimpiada”.

Dieciocho años después de los hechos en Tlatelolco, en mayo de 1986, el jefe del Estado Mayor Presidencial, el general Luis Gutiérrez Oropeza, también desarrolló la hipótesis de que los estudiantes en realidad lo que querían era sabotear los Juegos Olímpicos, que el Comité Olímpico Internacional (COI) había otorgado a México en octubre de 1963.



El general Gutiérrez Oropeza —al mando del Batallón Olimpia, creado como parte de la estrategia organizativa de los Juegos Olímpicos, pero que sí actuó en el marco del Movimiento Estudiantil, antes de su participación el 2 de octubre en Tlatelolco–, escribió un libro en homenaje a su jefe, el presidente Díaz Ordaz, titulado Díaz Ordaz, el hombre, el gobernante, donde sobre los hechos en la Plaza de las Tres Culturas de 1968 escribió:

“Gustavo Díaz Ordaz, en su Informe del primero de septiembre de 1968 había dicho al pueblo de México: ‘Ante la alternativa de escoger entre las estructuras mismas de México y las conveniencias personales, la decisión está tomada: defenderé los principios y arrostraré las consecuencias”.

“Si la noche del 2 de octubre fue sangrienta se debió a la premeditada agresión de que fue objeto el Ejército mexicano por parte de los “subversivos”, cuya manifiesta intención era de que ese día hubiera muertos, hecho que les daría una “bandera” para justificar sus actos y dar el golpe final.

“Lógicamente, la reacción del Ejército no se hizo esperar y tuvo que hacer uso de las armas para repeler la agresión. Tengamos presente que ya sólo faltaban 10 días para la iniciación de los Juegos Olímpicos y que, entre las condiciones fijadas por el Comité Olímpico Internacional destaca de manera principal “que todo país designado como sede de una Olimpiada, 40 días antes de su iniciación debe garantizar que se vive en un ambiente de estabilidad política y tranquilidad”.

En la página 35 del libro de circulación restringida que editó Gutiérrez Oropeza está el capítulo los Disturbios del 68, las Amenazas”. En esa parte del texto del militar se lee:

“El grupo comunista había proyectado un plan para atentar no contra el gobierno sino contra el pueblo de México, al que estaba colocando ante la alternativa de cambiar su régimen de gobierno y elegir entre la anarquía o la dictadura e iniciar la primera etapa de su plan aprovechando el menor incidente para intervenir con actos violentos y alterar el orden público. Pero su interés mayor es llevar los excesos hasta crear el caos en la ciudad de México y hacer fracasar la realización de los Juegos Olímpicos’”.

Gutiérrez Oropeza escribió que en el Estado Mayor Presidencial del presidente Díaz Ordaz “se tuvo conocimiento de un probable “atentado” en la persona del Presidente, el día primero de septiembre con motivo de su informe al pueblo de México en el recinto de la Cámara de Diputados. Como en la fecha citada no ocurrió ningún atentado, se pensó que podrían haber decidido llevarlo a efecto la noche del 15 de septiembre…”

“El Presidente de la República estuvo informado día a día de las amenazas contra su vida; sin embargo no cambió su proceder y comportamiento habituales en lo más mínimo y enfrentó con entereza los riesgos ‘del oficio y del cargo’. La seguridad de Díaz Ordaz, se la garantizó su pueblo”.

En el capítulo La noche del 2 de octubre, el general Gutiérrez Oropeza, quien murió en 2007 y que aunque fuera en silla de ruedas nunca faltó a ningún aniversario luctuoso de Díaz Ordaz, escribió que en el renglón del orden y la seguridad nacional, el gobierno no puede, no debe correr el riesgo de una falla, o un déficit, de un error o de una falla de hombría porque sí que está en juego la vida de una nación.

“Por ello, Gustavo Díaz Ordaz no tuvo más alternativa que emplear la fuerza para contener la violencia en que nos querían envolver. Cuando falta autoridad hacen actos de presencia la anarquía o la dictadura”.

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente